"Tal vez las organizaciones son un mal necesario, pero en resumidas cuentas, un mal.” Fernando Flores, 1994
Definitivamente esa afirmación de Flores me desafía. Las organizaciones no pueden ser un mal. Es un total contrasentido que tengamos una economía basada en el buen funcionamiento de las organizaciones y nuestra percepción sobre ellas sea que son un “mal necesario”… ¿A dónde van entonces todos los esfuerzos de la reingeniería de procesos, a dónde la satisfacción obsesiva de las necesidades del cliente, hasta qué punto la aplicación de teorías “0” defectos, como la tan de moda Six Sigma? A mi juicio aún estamos bajo el paradigma de las organizaciones productivas de la era industrial. Aún nos estamos preocupando más por la eficiencia, la productividad y los resultados que por los seres humanos quienes pasan a convertirse en las piezas que deben estar en buen estado para que produzcan más y mejor. Así pues, los programas de clima organizacional, desarrollo de la cultura, motivación y vinculación de las personas siguen siendo menospreciados por la alta gerencia en cuanto no apuntan a los objetivos centrales de una organización en la era capitalista: ser productiva y competitiva. Por eso es tan vigente la pregunta de Flores: ¿Qué son las organizaciones? Porque desde la respuesta que demos, es que haremos uno u otro tipo de intervención.
Yo creo que el trabajo de Fernando Flores, que en sí mismo es un gran logro de integración (Maturana, Varela, Serle, Austin, Heidegger, Beer) ha sido fundacional del trabajo también integrador de Fredy Kofman (Flores, Wilber, Senge) y que abre la puerta a una nueva interpretación de las organizaciones contemporáneas, a la que se suman brillantemente Fritjof Capra y David Bohm, quienes aportan elementos para entender a la organización como un ser vivo, amén de nuevas miradas como las aportadas por Stephen Covey, con su incipiente enfoque de las 4 Inteligencias, o Richard Barret con su propuesta llamada Cultural Transformation Tools, que desarrolla una interpretación personal sobre las 7 energías organizacionales (¿7 chacras?).
El punto de inflexión en el que estamos parados en Imana, es precisamente este. Una especie de integración de integraciones, que adopta y desarrolla el enfoque de la Inteligencia Integral (Inteligencia Mental/Reflexiva + Inteligencia Emocional + Inteligencia Corporal + Inteligencia Espiritual) aplicado de manera simultánea para entender el “ser” persona y el “ser” organizacional. Todo esto bajo el entendimiento de un sentido superior o trascendente que nos lleva a formular el concepto de Evolución Integral, como el fin último de todo proceso de transformación personal u organizacional.
2 comments:
(del enfoque apreciativo)leí que las organizaciones son expresiones de la belleza, me encantó esa mirada, recordé este escrito tuyo...
saludos,
Iris
Interesante, aunque me llama la atención que no menciones a Limone y la Autopoiésis de Valparaíso, ya que fue (hasta donde yo sé) el primero que describió a la organización como un ser vivo.
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