A propósito de un foro espiritual en el cual estamos intentando "tender puentes" entre practicantes de diferentes religiones, gnósticos y ecuménicos, alguien me preguntaba: ¿Cuándo te mueras, a dónde te vas a ir?... Y me puse a pensar que estoy seguro de que iré a donde tenga que ir, dentro del maravilloso e insondable plan de “Dios" (o cualquiera que sea el nombre que le pongamos).
Y es que ahora, más que nunca, estoy seguro de que el cielo se construye aquí y ahora… y ya estamos allí. Jesús es el más poderoso ejemplo de que vida y muerte son sólo expresiones del espíritu y que de la mano de “El” (cualquiera que sea el nombre que le demos) estamos seguros de estar recorriendo el único camino posible para “SER” con El, porque no se llega al que ya se tiene.
Jesús y yo caminamos de la mano, porque él habita en mi y yo en él. Tengo al Hijo y soy el Hijo. Jesús vino a enseñarnos que los dioses no están afuera, que no tenemos que adorarlos ni inventarlos… que la verdad está en nuestro corazón y que somos UNO con EL… y eso es todo… Sólo aprendiendo de su infinita bondad y de sus profundas enseñanzas, podremos SER en el espíritu… y caminar juntos, como hermanos en la expresión total del amor y la compasión. Jesús está en el corazón del Dalai Lama y de Gandhi y de Juan Pablo II… Y de TODOS quienes recorramos este camino único del amor y la compasión… Jesús es un abrazo abierto e inmenso que acoje a todos, incluso a quienes no lo reconocen por ese nombre, porque al final, lo único real es que estamos conectados con la misma y única verdad que El representa… Este es mi credo, hoy… con lo que puedo ver y sentir, con lo que siento que me abre a ti y al mundo, con lo que me libera y me hace sentir pleno…
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