Boulder, Octubre 15 de 2019
En el principio era el silencio, la quietud. Nada se movía.
A lo lejos se escuchaba una música que invitaba a relajarse, a descansar... eso hice. Cerré los ojos y descansé sin mucha expectativa, preguntándome si sería suficiente o necesitaba un poco más.
No sentía nada extraño. Está bien, todo está bien.
Abro los ojos y veo la luz morada, que se transforma en azul y llega al verde como anunciándome que ella está lista para mi... está a la temperatura correcta para entrar dentro de mi.
No me niego a la invitación y me abro a una última bocanada profunda...
Pasan los minutos mientras experimento un tranquilo sopor... relax...
Repentinamente mi cuerpo salta movido por una contracción involuntaria. Vuelve a quedarse quieto. Otra contracción y nuevamente quietud. Otra contracción un poco más seguida que la anterior. Quietud. Contracción. Quietud. Es una secuencia de movimientos totalmente involuntarios. Para la derecha, para la izquierda, hacia arriba... La frecuencia aumenta como si se tratara de pepitas de maíz explotando para transformarse en Pop Corn. Cada vez más rápido y más frecuente...
La contracción se extiende a todo el cuerpo. Ahora se ha transformado en una vibración sostenida... Es muy entretenido observarlo y esperar con curiosidad cuando vendrá el siguiente movimiento. El ritmo de la música se apodera de mi cuerpo y descubro que las contracciones responden con absoluta precisión a los bajos y a la melodía principal... Es como si la música estuviera usando mi cuerpo como un instrumento y estuviera sonando a través mio. Observo entretenido como la música efectivamente toma posesión de todo mi cuerpo... ahora sólo soy una cuerda que vibra, salta, se mueve, se retuerce, se expande, se agita, se calma, vuela, gira, avanza...
Es muy extraño, como si me impulsaran ondas melódicas que recorren el cosmos... mi cuerpo se desplaza en compulsiones rítmicas y avanza en el espacio infinito.
Giro, giro, avanzo alcanzando una velocidad imposible... atravieso el espacio y el tiempo, giro y de pronto me detengo. La música hace una pausa... ahora emerge una nueva melodía, un nuevo ritmo empieza a emerger armónicamente. Ahora solo soy un espectador de mi cuerpo danzando y adoptando formas y ritmos diferentes cada vez... soy ave, soy pez, soy delfín, soy niño, soy perro, soy elefante... asumo instintivamente los movimientos propios de cada forma... mis brazos se transforman en alas, aletas, patas, trompa... son saltos aleatorios de consciencia corporal... es muy entretenido!!
Observo como mi cuerpo se mueve con total autonomía y juego a descubrir qué forma de vida está apareciendo... cuando lo hago no puedo contener la risa. La risa se apodera de mi cuando descubro que soy un pez y al momento siguiente un elefante... guauuu!!! qué formidable!!!
En medio de mis carcajadas, emito sonidos guturales que aumentan la diversión del momento... no puedo contener la risa que se me escapa por los poros. En medio de ello una voz me dice "compórtate, mantén la compostura, no hagas tanto ruido, te ves ridículo!"... adopto entonces un rictus de seriedad, como una caricatura de corrección y pretendo que no pasa nada. Al verme en el intento de parecer adecuado, la risa revienta incontenible y se convierte en sonoras carcajadas!!!.. Todo esto es demasiado entretenido. Es el juego de convertirme en la forma que aparece en mi cuerpo, sin poder contener lo que emerge, es una danza creativa sin límites...
Y en algún momento me convierto en una bailarina que se mueve con total armonía y perfección. Sus movimientos son amplios, sensuales, totalmente femeninos, envolventes y seductores. Ya no puedo seguir acostado y mi cuerpo se pone de pie, danza y gira, liberado totalmente de mi mente. El espectáculo es insólito y mis pensamientos se entretienen observando la creatividad sin límites de mis movimientos. Todo sucede sin el control ni la participación de mi mente, solo soy un espectador de un performance mágico e ilimitado. No puedo hacer otra cosa que divertirme ante el espectáculo magnífico que sucede sin que yo tenga que decidir nada. Mi mente ha pasado de creerse a cargo de todo, para convertirse en espectadora entretenida de un cuerpo y unas emociones que no le pertenecen pero que disfruta al máximo. La diversión no tiene límites, las posibilidades tampoco.
Es la liberación total del sentir. Me muevo, me contorsiono en medio de danzas africanas y tambores cósmicos. Es un éxtasis creador y divertido. Es como si estuviera haciendo el amor con el universo, generando todo tipo de formas y movimientos. Siento mi cuerpo en una expansión inmensa... gira... se abre... gira... se contrae... gira... serpentea... nada... vuela... gira... son movimientos perfectos, rítmicos, eróticos, deliciosos, envolventes, humanos y divinos... No hay límites, solo un sentir delicioso que flota en el cosmos de infinitas formas, múltiples expresiones creativas de una compulsión imparable.
Podría seguir eternamente, pero Daniel me llama al orden. Trato de apaciguarme llevando el dedo índice a mis labios... "shhhhhhhhhhh..."... recuerdo a mi madre... disminuyo la compulsión de mis movimientos, paso junto a Lelu y Claudia... me encuentro con sus miradas cómplices y su sonrisa divertida... las tomo de las manos sugiriendo un baile... las observo en sus propios viajes y me desbordo en una emoción cálida y amorosa... "shhhhhhhh..." trato de calmarme y la risa brota incontenible... "shhhhhhhhhh".... me dejo caer en un lugar, me obligo a silenciarme y a contener mi excitación. Poco a poco empiezo a calmarme... mi cuerpo se derrite y se derrama en el borde de mi espacio. La calma y el silencio retornan... una sensación de paz y plenitud se apoderan de mi consciencia. Me siento libre, feliz e infinito. Amén.